
Las redes sociales han revolucionado la forma de comunicarse; de los amigos contados con los dedos de una mano se ha pasado en muy poco tiempo a tener cientos, a los que la mayoría de las veces nunca se ha dado un abrazo. Estas estructuras de contacto acercan y alejan. Permiten comunicarse a cualquier hora del día con cualquier persona, aunque viva a una distancia kilométrica, pero también pueden aislar a las que están más cerca.
Con diferentes finalidades, desde la meramente profesional hasta la de compartir ocio, conocimientos o buscar pareja; todas ellas atienden a una de las necesidades básicas del ser humano: estar en contacto con otra persona, socializarse y cubrir el sentimiento de pertenencia.
Si se usan adecuadamente, ofrecen ventajas como las que se enumeran a continuación:
Facilitan comunicarse en la distancia: Hace años era impensable, sobre todo por el coste económico, poder hablar diariamente con seres queridos o con profesionales que se encontraran alejados geográficamente. Ahora solo exige tener una conexión a Internet en el ordenador o en cualquiera de los dispositivos móviles que tenemos a nuestro alcance.
Facilitan estar informado al segundo de lo que ocurre en el mundo: Permiten seleccionar el tipo de información que desea recibir. Se trata de una información consciente y libre.
Las redes sociales también tienen grandes inconvenientes:
Engaños. Se debe tener en cuenta que puede encontrar en ellas personas que mienten sobre distintos aspectos por miedo a que condicionen la relación con su interlocutor.
Cobardía. Detrás de avatares anónimos se esconden personas que insultan, menosprecian y humillan sin dar la cara. Liberan sus frustraciones y rabia, y no tienen en cuenta el impacto de sus palabras. Las redes sociales les facilita hacer, pero les protege de recibir.
La falsa seguridad. Muchos adolescentes aprenden a relacionar su autoestima como personas en función del número de seguidores y los “me gusta” que reciben. Se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones en estos medios, el valor del interior pierde toda la fuerza frente al culto al cuerpo y otros factores materialistas relacionados con el aspecto.
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